Santiago
de Cali, Julio de 2013.
Luego de
6 años de haber sido publicado el siguiente artículo en la Revista Vida Libre,
edición No. 7, y ante los retos que la presente administración municipal
al parecer está asumiendo con la actualización del Plan de Ordenamiento
Territorial en donde quedará la movilidad en bicicleta como un Subsistema del
Sistema de Transporte, muchos de los planteamientos allí descritos siguen
vigentes, por ello me motivo a traerlo de vuelta.
Los
Cicloamigos, ahora conformados como Veeduría Ciudadana con Registro No. 285
otorgado por la Personería Municipal, continúan instaurando acciones en procura
de una movilidad segura para los ciclistas urbanos que respete sus derechos.
Contamos ya con un Plan Maestro de Ciclorutas para Cali y la Ley 1083 de 2006 o
Ley sobre planeación urbana sostenible reconoce el derecho a una
movilidad segura en bicicleta y solicita a los alcaldes adoptar Planes de
Movilidad que incorporen una red peatonal y de ciclorrutas que complemente el
sistema de transporte y articule las zonas de producción, los equipamientos
urbanos, las zonas de recreación y las zonas residenciales de la ciudad. Así es
que...
La bici pedalea en la
ciudad
Olga Lucía Correa Hernández*
Cali, 2007.
“Pensar la ciudad como un magma es
pensarla como una institución imaginaria, producto de nuestros sueños, creación
del lenguaje y el habla: un grupo anónimo de individuos armados de palabras,
signos y símbolos con los cuales tejen los productos de su imaginación y
producen instituciones, producen la ciudad: la ciudad es la gente y la gente
crea la ciudad en un proceso complejo y colectivo de creación estética (...).”[i]
En la búsqueda hacia la equidad un grupo
anónimo de individuos contando con palabras, signos y símbolos, y montados en
bicicletas nos encontramos haciendo uso del ejercicio de la ciudadanía ante las
instancias gubernamentales, a través de mecanismos de participación
constitucionales, de un lado; y de otro, a través de la creatividad y la
libertad al manifestar a nuestros conciudadanos lo que ocurre con los ciclistas
en la vía: la inequidad, la falta de planificación que nos excluye de las
políticas, planes y programas urbanos; la inseguridad en la vía y la
consecuente morbi-mortalidad del usuario de bicicleta. Y también de manera
creativa y lúdica está la invitación que este grupo anónimo de ciudadanos
hacemos para que otros se sumen al goce de montarse en una bicicleta: nada más libre, nada más privado
que andar en bici.
Inclusión en la política de mobilidad
urbana.
Somos libres de usar la bicicleta como
medio de transporte y así cientos de ciudadanos caleños recorren la ciudad
desde tempranas horas de la mañana y desde los cuatro puntos cardinales rumbo
al trabajo, al colegio, a la
universidad , al jardín para dejar al niño. Pero libertad
es posibilidad, “de nada
sirven los derechos sino tenemos posibilidades”, decía el maestro
Estanislao Zuleta[ii] y en las actuales circunstancias la
posibilidad de andar en bicicleta en Cali es altamente vulnerable. La
Ley no nos
prohíbe andar en bici, pero sí nos lo restringe la inseguridad y el riesgo en
las calles, el desconocimiento por parte de los otros actores en la vía, la
poca receptividad de las autoridades municipales y la exclusión de las
políticas, planes y programas de la movilidad en bicicleta.
La democracia no se decreta, se construye
día a día, a través del accionar de la ciudadanía. Contamos en nuestro país y
en el mundo con diversas experiencias al respecto que nos demuestran su fuerza
creadora y en este camino hacerse visible ha sido el primer reto desde hace ya
algunos años de un grupo de ciudadanos usuarios de la bicicleta como transporte
cotidiano, los Cicloamigos, a través de bicifestaciones, o campañas, tomas
callejeras, ciclopaseos, celebraciones en bicicleta del día mundial del medio
ambiente.
Y en este hacerse visible, los
Cicloamigos, decidimos presentar ante el Proyecto del Plan de Ordenamiento
Territorial de Santiago de Cali, el proyecto “Propuesta
para el mejoramiento de la movilidad urbana enfocada a una red de ciclorrutas y
ciclocarriles en la ciudad de Santiago de Cali”, reivindicando el derecho a la
movilidad segura y a la equidad en la vía; participamos en Cabildos
presentando la propuesta, en el Comité de Planificación, en las mesas de
trabajo que se conformaron para darle cuerpo al POT. Finalmente la meta se
alcanzó, y el POT de Cali contempla en su Artículo 229 como uno de los dos
Proyectos Estructurantes de Movilidad y Accesibilidad para la ciudad el
“Programa de Ciclorrutas”: “Se
busca definir, diseñar y construir la red de ciclorrutas, como parte integrante
del Sistema Vial y de Transporte del Municipio de Santiago de Cali, teniendo en
cuenta las tendencias de movilización de la población, los centros de
producción y atracción de viajes y la comunicación de los espacios públicos
tanto de recreación activa como pasiva.”[iii]
Sin embargo, este gran logro debe
palparse, tocarse y transitarse. A varios años de haberse aprobado el POT
de Cali, aún las ciclorrutas y los ciclocarriles siguen estando en la utopía de
estos ciudadanos que insistimos en su necesidad, dado el alto riesgo que corre
un ciclista al transitar junto a un vehículo automotor, calles y avenidas están
diseñadas para los vehículos motorizados. Y mientras se construyen las
ciclorrutas hacer visible al usuario de la bicicleta debe ser prioridad cuando
se enfrente su situación, que se reconozca que él es un actor en la vía, un
actor vulnerable en la vía. Por ello al definir su inclusión en el tráfico,
trátese de ciclocarriles o de ciclorrutas se debe procurar elevar el nivel de
consciencia de su presencia en la vía, que quien conduzca un vehículo automotor
sepa que puede encontrase a un ciclista, que comprenda sus necesidades.
Designar recursos para los ciclistas exige un compromiso político, reconociendo
que en nuestra ciudad muchas personas son usuarias cotidianas de este vehículo.
Voluntad política es la clave, voluntad
que se traduciría en criterios de equidad y seguridad para un grupo
considerable de ciudadanos y ciudadanas y de paso menos gasto en atención de
accidentes de tránsito, y de paso también con políticas que estimulen el uso de
la bicicleta, un ambiente menos contaminado para todos, recordemos que la
bicicleta no consume combustibles fósiles y por tanto no produce bióxido de
carbono: La combustión de energía fósil es la principal causa de la acumulación
de gases de invernadero, se calcula que sólo en el año 1970 se introdujeron en
la atmósfera 8.000 millones de toneladas de bióxido de carbono, de los cuales
6.000 provenían de la quema de combustibles fósiles; para los 90 esta cifra
casi se triplica, 22 mil millones de toneladas de CO2 son liberados a la
atmósfera. Y de paso el estímulo del uso de la bicicleta también significa
ahorro en las economías familiares: menos dinero para buses urbanos. Vale la
pena seguir insistiendo en dedicar la economía a los vehículos automotores? No sería
más equitativo dedicar nuestros recursos al transporte masivo y al desarrollo
de medios de transporte ambientalmente sostenibles? Cali se la está jugando con
el Sistema de Transporte Masivo – MIO, contamos con la experiencia del
Transmilenio y las ciclorutas en Bogotá; la clave: voluntad política, miles de
ciudadanos esperando respuestas equitativas y una sociedad civil más
propositiva.
“El derecho a moverse con facilidad por la ciudad
metropolitana debe universalizarse, no reservarse a los que disponen de
vehículo privado. Y cada parte de la ciudad debe ser accesible, visible e
interesante por alguna razón para el resto. El derecho a la movilidad teniendo
en cuenta la heterogeneidad de las demandas y de los movimientos de la
población requiere hoy una oferta pública muy diferenciada.”[iv]
Participación en la vida democrática ha sido el
ejercicio que los Cicloamigos hemos emprendido haciendo valer nuestros derechos
constitucionales a la vida, a la igualdad, a la libertad de conciencia, a la
libertad de expresar y difundir nuestro pensamiento, a manifestarnos pública y
pacíficamente, a la libre asociación, a un ambiente sano y a la participación
en las decisiones que puedan afectarnos, a presentar peticiones respetuosas a
las autoridades por motivos de interés general[v],
actuando en aquello que nos interesa, a través del uso de una diversidad de
instrumentos colectivos con valentía, entusiasmo y creatividad, abriendo paso a
la democracia, cargados de esperanza.
- Democracia
es libertad: “opto por moverme en bicicleta por la ciudad”;
- Democracia
es opinar y poder expresar nuestra inconformidad: “los usuarios de
bicicletas requerimos de ciclocarriles y ciclorrutas y contar con
seguridad en nuestra movilidad por la ciudad”;
- Democracia
es participar: “los usuarios de bicicleta hemos presentado en
diferentes momentos diversas iniciativas sobre la movilidad ante los estamentos
gubernamentales”,
- Democracia
es ejercer control sobre lo que nos atañe e interesa: “y eso es lo que
estamos haciendo”.
Aún para nuestra ciudad sigue vigente la “Declaración
de peatones y ciclistas” que en el año 1998, José María Borrero,
Director del Centro de Asistencia Legal Ambiental - CELA, nos invitó a
acompañar con nuestras firmas, en ella al final se reclama la adopción de
medidas fiscales para hacer física y culturalmente viable la movilización a pie
y en bicicleta: “Los peatones y ciclistas debemos recibir no menos del
50% de la sobretasa a la gasolina y una participación en la sobretasa
ambiental. Podemos afirmar que los peatones y ciclistas urbanos no gastamos
gasolina, no contaminamos, no hacemos ruido, no atropellamos casi nunca a
nadie, apenas ocupamos espacio, no estropeamos la calzada, no necesitamos
aparcamientos subterráneos, ni semáforos, tenemos mejor salud y menores gastos
sanitarios. Nuestros conciudadanos y los gobiernos nos deben mucho. Los
ciclistas deberíamos recibir una ecotasa negativa, devolvernos lo que ahorramos
a la comunidad.”[vi]
Y así vamos rodando por la ciudad, unos insistiendo
en el día a día por las calles y avenidas, otros insistiendo en los derechos,
proponiendo alternativas para pacificar el tránsito, lanzándonos a la calle,
armados con banderas y esperanzas, encontrando adeptos, consiguiendo que
nuestros conciudadanos sepan qué pasa, por qué pintamos con nuestras propias
manos las señales de tránsito que anuncian que hay un ciclista en la vía:
Hacernos visibles es la consigna.
Nada más libre que andar en bici.
Muchas razones hay para decidir andar en bicicleta:
Es económica, saludable, ambientalmente sana, y aún hay más: por alguna razón
montarse en una bicicleta se convierte en un acto de libertad único, recordemos
que antes que nada somos peatones y que quizá casi en nuestros primeros años de
vida, nos convertimos en ciclistas – o acaso olvidamos que uno de los primeros
juguetes que obtuvimos o que damos a nuestros hijos es una bici?- y es que el
acto tan simple de agarrar una bicicleta, montarse en ella y salir a la calle
se convierte en nuestros primeros años de existencia en una experiencia de
libertad absoluta, movilizarse de manera rápida y abierta, y entonces también
hasta hacíamos los mandados porque ello significaba darnos una vuelta en bici;
experiencia que luego, años más tarde, nos lo recuerda el viento al sentirlo en
nuestro rostro cuando vamos en ella. Y así se convierte generación tras
generación en un hábito individual, que infortunadamente algunos olvidan o
relegan por miedo o por inseguridad, pero que se nos queda tatuada en la
memoria.
También la bicicleta, produce entre quienes la
usamos, por extraño que parezca, una sensación de hermandad, saludamos y le
sonreímos a quien también va en bicicleta, hasta conversamos en las paradas
mientras el semáforo cambia a verde; es, creo, una sensación de sentirnos
iguales, aquí no importa el modelo o el costo, lo que importa es que vas en una
bicicleta, asumiendo el reto y el goce de andar en ella, entonces decimos que
también una de sus bondades es que es convivencial. La sociabilidad de la
calle, que es un atributo esencial de la ciudad, gana al contar con más gente
andando en bicicleta, más gente amable, menos velocidad en las vías:
pacificación del tránsito.
Por tradición y por cultura la bicicleta debería
tener un trato especial: nada más arraigado en nuestros pueblos vallecaucanos
que andar en bicicleta por los caminos veredales, por las calles de San Pedro,
o de Riofrío, o de Bugalagrande y Buga la real, o por Amaime y qué decir de
Palmira y Tuluá. La llevamos en el alma, nuestros padres y abuelos montaron en
bicicleta y casi en cada casa se cuenta con una bicicleta. Y ahí está ella,
haciendo la vida más calmada, más tranquila en los pueblos, más amena en la
ciudad.
Nuestra ciudad gana más, indudablemente, si la
pensamos, la diseñamos, la construimos para la gente, para el peatón, para el
niño y la niña, para la mujer embarazada, para el anciano, para el limitado
físico, para el ciclista. Recuperar el sentido
democrático del espacio público, debe ser una prioridad donde la libertad, la
equidad, la participación, la inclusión, el diálogo colectivo, significan
recuperar la salud de nuestra vida colectiva; significa también pacificar el
tráfico, hacer la movilidad posible para todos; reconocer la diversidad de actores
en la vía significa avanzar en las políticas de movilidad urbana,
reinterpretadas a la luz de la sensibilidad humana.
Hacer de Cali una ciudad convivencial,
solidaria, equitativa, y ambientalmente sana, un sueño posible si se nos
permite participar de él, si nos permitimos como ciudadanos asumir el reto de
involucrarnos en él. Significa entonces que, autoridades y sociedad civil,
tenemos al frente una gran tarea de recuperar nuestra ciudad para todos y para
todas. Arriesguémonos a vivir una idea humanitaria de ciudad.
* Trabajadora
Social, Especialista en Gestión Ambiental, peatona y usuaria de bicicleta.
[i] GIRALDO, Fabio. La ciudad: La
política del ser. Pensar la ciudad. T.M. editores. Bogotá, 1996.
[ii] ZULETA, Estanilao. Democracia y Participación en Colombia. Revista
Foro. No. 6.
[iii] Concejo de Santiago de Cali. Plan de Ordenamiento de Santiago de
Cali, Acuerdo No. 69 de 26 de octubre de 2000, artículo 229.
[iv] BORJA, Jordi y Zaida Muxí. Espacio público: Ciudad y ciudadanía.
Barcelona, 2003.
[v] Artículos 11, 13, 18, 20, 23, 37, 38, 79 de la actual Constitución
Política de Colombia.
[vi] BORRERO, José María.
Declaración de ciclistas y peatones. Periódico La bicicleta. No. 6, 1999.
El movimiento de la bicicleta invoulcra diferentes alternativas para restablecer una ciudad sostenible, como el apoyo a la produccion de alimentos sin quimicos, la mirada critica al desperdicio de los recursos alimenticios por ejemplo en los supermercados, la disminucion de los niveles de contaminacion atmosferica..
ResponderEliminarpor eso pienso que la bicicleta permite imaginar un pueblo , una ciudad un pays un planeta con ciudadanos activos en la defensa de sus derechos, en el mejoramiento de la calidad de vida representada en la disminucion de emsiones contaminantes, en el fortalecimiento de la solidaridad.